
Porque el machismo también los afecta a los hombres y los prejuicios siguen vigentes, hay temas que amenazan los comportamientos tradicionalmente aceptados como masculinos. Consultamos con el Magister en Filosofía (MPhil) Eduardo Gosende, quien nos explica este fenómeno desde una perspectiva de género y por qué aún requiere de una profunda transformación en la sociedad.
¿Por qué existen tabúes entre los varones?
Los hombres tenemos muchas limitaciones y dificultades. Una de las primeras tiene que ver con la palabra “hombres” que generalmente se utiliza para designarnos. Nosotros creemos, en tanto hombres, que somos los representantes de la humanidad: que somos la norma, lo correcto, lo completo, por lo tanto los otros, y especialmente las otras, no son normales ni completas. Estas creencias no son parte de un delirio que inventamos los varones, ¿sino que están fuertemente sostenidas por la cultura, la estructura y el funcionamiento de nuestra sociedad que reconoce y fomenta diferentes formas y niveles de dominación masculina sobre los otros géneros.
Para abordar estas cuestiones hay que mencionar el concepto de “masculinidad hegemónica”. Muchos autores anglosajones del campo de género, sostienen que no existe una masculinidad, sino una jerarquía de masculinidades, y que los varones competimos entre nosotros para ver quién puede ser colocado en el sitial de privilegio. En términos coloquiales, lo importante es demostrar “quién la tiene más grande”. Estas posiciones -altamente idealizadas y prácticamente inalcanzables- solamente son accesibles para los varones occidentales, blancos, heterosexuales, que pertenecen a la clase alta, a la religión oficial, que adhieren a cierto gusto estético, y que acceden a ciertos niveles de conocimiento y educación.
¿Cuáles son los temas que más cuestan tocar entre los hombres?
La masculinidad tiene una forma de subjetividad fuertemente defensiva, que trata de ocultar las debilidades propias. Como consecuencia de todo esto, los varones no podemos hablar de nuestros sentimientos, de nuestros temores, inseguridades, sufrimientos, casi con nadie, ni siquiera con nosotros mismos. Tenemos permitido expresar los pesares y padeceres solamente de manera ritualizada, por ejemplo a través de algunos géneros musicales -el tango o el bolero- o cuando pierde nuestro equipo de fútbol, o con la ayuda de sustancias adictivas; en todos estos casos hay una buena excusa que nos permite estar cubiertos.
¿Qué cambios se han dado en la masculinidad de los últimos tiempos?
A lo largo de las últimas décadas, los varones han enfrentado muchos cambios, especialmente porque las mujeres cambiaron y accedieron a muchos ámbitos que antes eran exclusivamente masculinos. Entonces ahora los varones tenemos que compartir esos espacios, saberes y poderes con ellas. A partir de estas transformaciones muchos vieron perder su exclusividad y sus privilegios. También acontecieron algunos cambios en los ámbitos que eran tradicionalmente femeninos, como por ejemplo atender las tareas de la casa o la crianza de los niños. En estos espacios se ve cierto incremento de la participación de los varones, pero nunca o muy rara vez se ve que los varones asuman la responsabilidad por estas tareas.
Vale decir que en términos generales, salvo cuestiones puntuales, el rol estereotipado que tenían los varones en relación a las mujeres o frente a los otros varones, sigue siendo más o menos el mismo. Seguimos intentando mantener las asimetrías de poder, en la medida que seguimos obedeciendo las exigencias de la masculinidad hegemónica. La competencia entre nosotros por los recursos y beneficios económicos, el control de las mujeres, la necesidad de mostrar superioridad y mayor poder, siguen siendo determinados por la organización social tradicional del género, las relaciones entre los distintos componentes del sistema de género siguen siendo las mismas.
EDUARDO E. GOSENDE
Profesor e Investigador UNQ, UBA, UCES, UB. Psicoterapeuta y Psicoanalista
Desde 1990, se dedica a investigar la masculinidad,así como a realizar talleres, grupos de reflexión y terapia psicoanalítica con varones.
¿Qué tabúes masculinos se han derribado?
Han habido cambios específicos en la masculinidad qué son muy interesantes, uno de ellos tiene que ver con las transformaciones estéticas. Por ejemplo, a partir de la aparición de los varones “metrosexuales”, empezó una práctica corriente en muchos varones de cuidar su cuerpo atendiendo a características estéticas que tradicionalmente eran consideradas femeninas. Probablemente por la influencia del sistema de consumo, por la expansión del marketing relacionado con la belleza, pero de hecho los varones ahora podemos ser cuidadosos, pulcros, suaves, delicados como antes no lo podíamos ser. Vale decir que la masculinidad empieza a compartir ciertas características que antes eran solamente femeninas, la polaridad entre los géneros se va aflojando. Los estereotipos de género no son tan contrastantes.
Otro gran cambio que ha acontecido es la visibilidad y el reconocimiento jurídico de las masculinidades ligadas a la diversidad de género: los varones gays, los varones transexuales, las o los travestis, etcétera. Si bien la mayoría de los varones siguen siendo fieles a los estereotipos de género tradicionales, está empezando a suceder, sobre todo con las generaciones de varones adolescentes o jóvenes, que hay nuevas formas de experimentar la sexualidad. Hay posibilidades de incursionar en prácticas homosexuales, alternar sexualidad homosexual con heterosexual, ya que se comenzó a cuestionar la conexión directa y causal entre práctica sexual e identidad masculina.
¿Cómo se pueden construir otros tipos de masculinidades?
A partir de sus propias experiencias de vida, de su formación, su profesión, etc., un varón puede hacer una toma de conciencia de su posicionamiento como parte del género masculino, criticar su situación, su rol, sus valores y sus conductas. Así puede intentar cambiar su masculinidad, y también puede intentar transmitir modelos alternativos de relaciones de género y masculinidad a sus hijos e hijas, compañeros, estudiantes, etc. Las mujeres y especialmente las madres también pueden ser partes de esta transformación a través de la crianza o la enseñanza de modelos de género alternativos. Sin embargo, esta influencia estará siempre muy condicionada por el entorno intra y extra familiar. Por eso una educación que sea crítica de los valores machistas debe desarrollarse en toda la sociedad, desde los medios masivos de comunicación, la legislación de género relacionada con la situación de las mujeres, la educación, el estado, las instituciones y las organizaciones en general. Mi experiencia profesional me lleva a afirmar que para lograr transformaciones, el abordaje y las herramientas que nos ofrece la Educación Sexual Integral (ESI) son esenciales: respetar y poner en valor los derechos de los sujetos a educarse con libertad en relación a su sexualidad y su género es un requisito imprescindible para manifestar sus deseos, su afectividad, cuidar su salud y la de otrXs.

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