
Basada en la tradicional festividad mexicana del “Día de los muertos”, el último éxito de Disney-Pixar, visto por más de 3 millones de personas en Argentina, nos hizo reflexionar sobre un tema tabú en nuestra cultura: la muerte.
¿Somos una sociedad que evita el tema de la muerte? ¿Por qué?
Es real, socialmente se evita el tema de la muerte. No es placentero hablar de la muerte ya que hay diversas razones que consciente o inconscientemente pueden limitar a las personas a hacerlo. Por un lado, hablar de la muerte hace que un sujeto quede enfrentado a una realidad, que es la de la propia fragilidad y deterioro que se va dando con el tiempo. El ser humano tiene un fin, eso pesa y da temor en varios aspectos. Por otro lado, muchos temen a la muerte por la falta de certeza de si sucede o no algo después. Hay un profundo miedo a la nada, a convertirse en “nada”. La realidad es que el temor a la no trascendencia es lo que más afecta a las personas. De todas maneras, hay un miedo a la muerte que es sano y natural en todos los seres humanos. Esto permite que se mantenga alejado de situaciones que signifiquen un peligro. El miedo bien expresado es una emoción sana. El problema es cuando este temor natural se convierte en una fobia, vuelve a la persona disfuncional. Puede sonar paradójico, pero el miedo a la muerte hace que muchas personas no puedan vivir su vida.
¿Qué es lo que nos cuesta procesar de la ausencia del otro?
A veces cuesta procesar la muerte del otro porque existe una creencia interna de que, si se procesa esa muerte, sería una traición o un acto de desamor hacia ese ser querido. Esto muchas veces genera culpa, por lo que el duelo por el otro hasta puede volverse crónico o adictivo. Mucha gente se va con quien murió, sin poder rehacer su vida diaria. Cuando alguien querido fallece, las personas se aferran a la creencia errónea de que “parte de mí se fue con esa persona”, sin reconocer, muchas veces, que parte de esa persona quedó con él. Las personas realmente trascienden con lo que dejan en los demás. Es mucho más sano, y ayuda a hacer un duelo más saludable, pensar qué aspectos de esa persona que ya no está dejó como herencia, y acompañarán a quien quedó como un recuerdo de lo que hizo en su vida.
En la película “Coco” se muestra la tradición del “Día de los muertos” en México y cómo se recuerda a los que ya no están de una manera alegre y festiva. ¿Cree que es una buena práctica a nivel psíquico?
Pensar el duelo como una celebración, momento en el que se recuerdan los aspectos positivos de la persona que se fue y lo que queda en quién quedó de ella, es muy bueno; ya que ayuda a sobreponerse, transitándolo de una manera más agradable. Esto es lo que se puede observar en Coco, la celebración de la vida y la importancia de tener un buen recuerdo de los difuntos. Usualmente en la cultura argentina se pone el énfasis en la pérdida, mientras que en otras culturas se celebra la vida, lo que esta persona fue y dejó en quienes quedaron. De todas maneras, también es necesario no prohibirse el llanto y las expresiones de dolor, porque son reales y necesarias para elaborar esas pérdidas. El gran problema es que existen mandatos familiares y culturales de cómo se tiene que elaborar la muerte de un ser querido; y se espera que todos (los demás y uno mismo) estén amoldados a esas reglas. Lo ideal sería que cada individuo pueda tramitarlo como necesite: no obligar a nadie a afligirse ni a celebrar. Poder celebrar y entender lo que la persona dejó lleva cierto tiempo. Es sano salir de todo tipo de mandatos que impiden ser y expresar lo que la persona realmente es, necesita y desea. Este es otro mensaje importante para tomar de esta película.
¿Cómo podemos desarrollar un vínculo sano con el recuerdo de la persona fallecida? ¿Dónde está el límite entre mantener la memoria y negar la muerte?
El duelo es un proceso que todo ser humano atraviesa y que sería preferible que se realice de una manera sana. Lo que se busca a través del proceso de duelo es reconfortarnos, es poder aceptar esa pérdida y encontrar formas de adaptarse. Culminar el gran dolor de una pérdida no significa que uno se olvide de la persona que falleció. El duelo sano reside en encontrar la forma de recordar al ser querido y adaptarnos a nuestra vida sin su presencia, sin que se vea afectada nuestra vida cotidiana.
El límite entre un duelo sano y negar la muerte, o no permitirse hacer un cierre correcto, es la influencia que tiene ese dolor en la vida cotidiana a lo largo del tiempo. Una famosa psiquiatra llamada Elisabeth Kübler-Ross, elaboró una teoría que habla de cinco etapas que enfrenta una persona frente a la muerte. Pareciera que muchas personas quedan fijadas en una etapa de negación de la que no pueden salir. La negación, el no querer hablar del tema, el miedo a mencionarlo, el dolor que se sienta al hacerlo es natural y es una etapa que hay que sobrellevar. Lo patológico es cuando esa etapa perdura en el tiempo y no se puede salir de ella. En caso de que algo así suceda, es bueno consultar a un profesional para trabajar el cómo elaborar estas pérdidas.
En este contexto, nuestro beneficio de Asistencia Integral Ante Fallecimiento (A.I.A.F.) ayuda a nuestros asociados a transitar el camino difícil del duelo con la contención de nuestra Guardia de Sepelios de nuestro Centro de Atención al Asociados, 0800-999-2005, Opción 1, disponible las 24 horas, los 365 días del año.
Como ya se expresó: cuando alguien fallece, lo importante es pensar en lo que esa persona deja en nosotros. Pensando en vos mismo… ¿qué es lo que te gustaría dejar en el otro cuando ya no estés? ¿Qué huella te gustaría dejar en este mundo?
ELISABETH KÜBLER-ROSS
(1926–2004), psiquiatra y escritora suizoestadounidense, fue pionera y una de las mayores expertas mundiales en temas de la muerte. En su libro publicado en el año 1969, “On Death and Dying”, ella formuló 5 etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación; como un recorrido que se transita para sanar la pérdida de un ser querido. Estas etapas no suceden en orden sino que vamos y venimos de ellas. Lo describe como un proceso de aprendizaje donde la persona que lo experimenta finalmente comprenderá que es posible convivir con esta pérdida y continuar en una realidad en la que este familiar ya no estará.
Fuente: Elisabeth Kübler-Ross Foundation – www.ekrfoundation.org
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